Vive y se feliz
La felicidad y las costumbres sociales nos trae una sutil corriente de soledad y de miedo. Cuando las cosas van bien, cuando experimentamos placer y conseguimos lo que deseamos, nos sentimos impulsados a defender nuestra felicidad porque nos parece frágil e inestable. Como si se requiriese una protección constante, rechazamos la posibilidad misma del sufrimiento, evitamos abordarlo en nosotros mismos y en otros porque socavará o destruirá nuestra buena fortuna. Así, con el fin de retener nuestro placer, nos negamos a reconocer la humanidad del ser sin hogar que vemos en la calle. Decidimos que la aflicción de otros carece de relevancia en nuestra vida. En ese estado de ardua defensa nos sumimos en una soledad tan terrible que no somos capaces de experimentar una verdadera alegría. Cuán extraño es nuestro condicionamiento: sentirnos tan solos en el dolor y, asimismo tan vulnerables y aislados en la felicidad.
Sueña lo que tu quieras soñar
anda adonde tu quieras ir
se lo que tuquieras ser
porque solo tienes una vida y una oportunidad
para hacer todas las cosas que quieres hacer.
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