De Puente la Reina a Los Arcos pasando por Estella
8 de Julio. Me levanto temprano, 06:00 h, más por el alboroto de los vecinos de cama que por mi natural despertar. El día me parece estupendo, las fuerzas intactas, la obsesión por llegar a Santiago el día 25 se mantiene en mi mente. Salgo del Albergue y mi andar es decidido. Primera foto en la puerta de la iglesia de Puente la Reina y, cómo no, la segunda con una buena panorámica de Puente la Reina. Aquí me olvido el bordón, por primera vez, después de la foto continúo en animada charla con un grupo que hemos formado haciéndonos las fotos en el puente. Al poco caigo en la cuenta de mi olvido y desando los pasos para volver a recoger mi bordón. No será ésta la única vez que me ocurra a lo largo del camino. Una vez recuperado el bordón reanudo la marcha, con paso rápido, voy adelantando uno tras otro a todos los peregrinos que veo, me siento exultante pienso que los demás no se han preparado como yo. Las obras de la futura autovía nos obligan a dar un rodeo con una buena cuesta. En un suspiro llego a Mañeru, Cirauqui llega enseguida y el camino se hace fácil. Mi ritmo es muy superior a los peregrinos que encuentro. En estas estoy cuando alcanzo a Tamimunt, con quien camino un buen trecho, su ritmo es alto y caminamos agusto, no habla castellano y chapurreamos inglés. Llegamos a Lorca, Tamimunt encuentra a unos conocidos en la plaza y se detiene con ellos; yo decido buscar un sitio donde almorzar y nos despedimo. A la salida de Lorca en una tienda-bar, doy cuenta de un buen almuerzo. Tras la pausa continúo la marcha. El camino está lleno de peregrinos y los voy saludando al pasar. Cerca de Estella una nueva sorpresa peregrina: un vehículo de ayuda al peregrino de la Comunidad de Navarra. Me paro a saludar y me ofrecen agua que acepto con agrado. Están vendando la rodilla de una peregrina. Mi ánimo está por los cielos. Reemprendo el caminar y alcanzo a un peregrino que coge mi ritmo; es profesor y va con un grupo de amigos haciendo el camino, pero no de albergues sino de hotel, que es otra forma de hacerlo. Con él converso hasta la llegada a Estella la Bella. Hora de comer. El albergue está más que completo. Tras el sello de rigor pienso en la comida y me da por visitar una tienda típica de pueblo en al que venden de todo. El buen tendero me prepara un estupendo bocadillo con la consiguiente bolsa de fruta y compro pinzas. Me dirijo a la plaza y doy cuenta de la comida. En eso que Tamimunt me alcanza, de su mochila saca un infiernillo y café soluble y me ofrece un café, era lo único que faltaba para una buena comida. En la charla comentamos lo temprano de la hora para dejar de caminar y decidimos continuar hasta Los Arcos: dos etapas en una. Así pronto alcanzaré el ritmo que había marcado para llegar el día 25. A la salida de Estella, Ayegui y desde allí decidimos, más por empeño mío que por idea de Tamimunt, coger la senda de Irache. Visitamos la Fuente del Vino y hacemos caso del refrán. Visitamos el Monasterio de Irache y continuamos por la falda de Montejurra y seguimos una senda marcada, que nos aleja del camino que indican nuestras guías, y nos adentra en un precioso bosque. Tras un buen rato, llegamos a Luquin, que no figura los mapas del camino pero en la señal a la entrada del pueblo se cita como parte del camino. Un hombre del lugar nos explica que siempre ha sido éste el camino y que ahora aparece por Villamayor. Recobramos fuerzas comiendo algo de fruta y nos ponemos al sol. La temperatura ha bajado y echamos manos de las cazadoras. Aún nos queda un buen trecho hasta Los Arcos y van a ser las seis de la tarde. Reemprendemos la marcha, el cansancio hace que nuestro ritmo no sea tan alto, la conversación es muy agradable y reimos mucho, pistas, campos, soledad. A esta hora ya no encontramos peregrinos en el camino, eso me hace disfrutar más si cabe de este momento. Este tramo es la primera prueba de soledad, son casi tres horas hasta llegar a Los Arcos, varias veces cremos que tras el siguiente recodo estara el pueblo pero no es así. Por fin Los Arcos. Fin de etapa. Me siento cansado pero orgulloso. Decido hospedarme en el Hostal. Estoy muy cansado para compartir habitación y ducha y quiero soledad y un baño para mí. Tamimunt me comenta que no puede permitírselo. Me acompaña al Hostal y tras dejar mis bártulos, la acompaño al refugio y aquí nos volvemos a despedir: ¡Buen Camino! Llego al Hostal y me siento agotado y feliz. Comparto mi felicidad por teléfono. Una buena ducha y a cenar. Pero tras la ducha veo el estado de mis pies. El cuerpo tiene sus límites y hoy he sobrepasado uno de ellos. Los dos pies están hinchados y con algunas ampollas, pero el derecho tiene una ampolla del tamaño de un huevo de codorniz en el talón. Reparo con parches mis pies y me acerco al refugio a ver si pueden curarme el talón. Allí no me curan y el centro de salud está cerrado. Tampoco encuentro sitio alguno donde cenar, en fin mañana sera otro día...
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