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Pensamientos Peregrinos

10 de Julio. De Los Arcos a Torres del Río

10 de Julio. De Los Arcos a Torres del Río El día esta lluvioso, como mi ánimo. Lo único que tengo claro es que debo salir de Los Arcos, el camino me dirá dónde detenerme. Salgo de Los Arcos con paso lento, los pies duelen mucho, y soy adelantado por peregrinos que enseguida pierdo de vista. ¡Cuán distinto de anteayer! Paso a paso me acerco a una pareja de peregrinos que van parando cada poco. Me uno a ellos y acomodamos nuestros pasos. En el camino siempre hay alguien que puede acompañarte, ni siquiera has de buscar compañía a toda costa, debes disfrutar de tu soledad o de la compañía que encuentres, disfrutar de cada ocasión. El tramo de Los Arcos a Sansol es un continuo sube y baja: en las bajadas veo las estrellas con el talón y en las subidas duelen las ampollas delanteras. Poco a poco nos acercamos a Sansol y tras él, girando un poco, Torres del Río. Apenas hemos andado ocho kilómetros, nos detenemos a almorzar y cuál es mi sorpresa cuando en el dintel del bar aparecen juntos tres símbolos del camino: la Tau, la Pata de Oca y la Cruz Templaria. Ese sin lugar a dudas es un lugar especial, además de la presencia de la iglesia del Santo Sepulcro, templaria como Santa María de Eunate y, como ésta, símil del templo de Jerusalén. Otro lugar mágico del camino. El bar de la Pata de Oca me sorprende muy gratamente por su decoración y por sus generosas raciones. Entablo conversación con Virginia y me informo acerca de los horarios de visita de la iglesia. Mis compañeros de hoy deciden partir. La conversación es animada. Conoce toda la simbología del camino y es muy buena anfitriona. Me regala una bola de cuarzo rosa para que me de energía en el camino. Sus consejos acerca de la amistad, la magia de la gente y del camino interior de sensaciones y sentimientos que cada uno hacemos a lo largo de nuestra vida es algo que ha influido en mi pensamiento. Un día especial. El peregrino vuelve a andar y descubre que el camino es el que indican las paradas, tan sólo hemos de fluir por él e interpretar las señales como nuestra intuición, entendimiento o voluntad quieran hacerlo. Me alojo en el refugio que regenta la asociación Vía Lactea, lleno de simbología templaria y hospitalaria. Visito la iglesia y, si en Eunate todo es luz, nacimiento y vida, aquí es oscuridad, negrura, muerte. Cara y cruz de la vida. Dos iglesias de la misma planta y probablemente los mismos arquitectos y que provocan dos sensaciones tan distintas. A partir de hoy el camino señala y el peregrino atiende esas señales.

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